jueves, 1 de abril de 2010

Memorias de alguien que ya se fue: FASCINACION


Todo debió de empezar como un juego inocente.

Nacido yo. Debí de ser como un muñeco en sus manos de niña curiosa cuyos juegos derivaban hacia sentimientos maternales instintivos que, más tarde, evolucionarían hacia sensaciones más escabrosas. En lo que yo puedo recordar, nunca tuvimos reparos en mostrarnos, el uno al otro, con absoluta libertad estética sin limites a la mutua curiosidad infantil. Con el tiempo fue adquiriendo esta costumbre cierto secretismo cómplice que, tratábamos de esconder a las miradas de los demás.

Fuera cual fuese el juego que iniciábamos terminaba en nuestros escondites habituales, fuese el pajar, el granero o el pesebre de las mulas, con el riesgo de ser pisoteados por estas.